Este es el segundo año que Ana participa en ‘Una ingeniera en cada cole’, actividad organizada por AMIT-Aragón (Asociación de Mujeres investigadoras y Tecnólogas) que, durante todo el año, lleva a distintos colegios de Aragón el testimonio voluntario de mujeres con esa formación, que suele pasar desapercibida entre los más pequeños. La actividad comienza con una breve introducción donde se explica qué es la ingeniería y los rasgos generales de cada una de las ramas. Después se realiza con ellos un taller práctico de media hora en el que, por medio de una dinámica, asimilan algún tema relacionado. La edición pasada, Ana colaboró en varias sesiones sobre realidad aumentada; una sesión en un colegio de Barbastro, su ciudad natal, y otra en un colegio de Zaragoza, junto con Blanca Grilló y Lorena Martin, compañeras de BSH. La temática del taller de este año son los píxeles y cómo se guardan las imágenes en un ordenador. “Aunque vamos mujeres a dar la charla, la actividad va dirigida tanto a niños como a niñas. El objetivo es dar a conocer la profesión. Que vean una figura, un referente femenino relacionado con la ingeniería, porque creo que hay adolescentes que no eligen este tipo de carreras técnicas porque no tienen ningún referente, ya sea masculino o femenino. Ni siquiera se lo plantean”, explica Ana.
Por otro lado, la ingeniera también colabora voluntariamente en Technovation Challenge, concurso internacional promovido desde Estados Unidos, en este caso solo para niñas entre 10 y 18 años. Estas deben identificar un problema en la sociedad y tratar de resolverlo a través de una app. Ana cuenta su papel como mentora: “Se les enseña un poco de programación, aunque también trabajan otro tipo de disciplinas. Tras detectar un problema en la sociedad, deben diseñar y programar una app para el móvil, pero también tienen que aprender a comunicar sus ideas, ya que tienen que vender su idea. Dependiendo de la categoría incluso tiene que desarrollar un plan de negocio”. El año pasado mentorizó a dos grupos que propusieron, por un lado, una red social para facilitar la adopción de animales y, por otro, una app que muestra restaurantes para las personas con alergias o intolerancias alimentarias. El grupo de esta edición presenta el 23 de abril su proyecto, dirigido a la orientación profesional.
El papel de las mujeres en la ingeniería.
Ana Cambra es hija de un ingeniero agrícola y sobrina de un ingeniero industrial, por eso siempre ha visto con normalidad esta carrera profesional. “No fui consciente de que en el sector de la ingeniería informática había más hombres que mujeres hasta que llegué a la universidad”, recuerda. Aunque también asegura que nunca, ni estudiando ni en el mundo laboral, ha sufrido ninguna discriminación por ser mujer.
¿Por qué sucede este fenómeno? “Estoy convencida de que, posiblemente, si no tienes a alguien que te cuente una determinada profesión, a lo mejor ni siquiera te planteas que puede llegar a gustarte”, concede Ana. Además, reconoce que puede haber distintos estereotipos y connotaciones que tradicionalmente asocien una determinada carrera a hombres o mujeres.
A su paso por las iniciativas comentadas, Ana tiene un objetivo claro frente a los jóvenes: “Simplemente les intento transmitir normalidad. Dentro del sector de la tecnología hay muchísimos trabajos: desde el que trabaja en marketing vendiendo productos tecnológicos, hasta el que los diseña o el que los construye. Les cuento mi propia experiencia y que, en mi caso, me gustaba mucho resolver problemas e intentar buscar o diseñar nuevas soluciones. Así que durante mi carrera he intentado buscar trabajos que me permitan hacer eso. Sobre todo les recalco que intenten dedicarse a algo que les guste”.