La denominada gestión participativa es un modelo de actuación que ya han implantado muchas empresas en el mundo. Tiene muchos beneficios, pero entre ellos, destacan que todos los trabajadores sienten que forman parte de las decisiones del día a día, provocando un aumento directo de la productividad y eficiencia. ¿Hay ejemplos de gestión participativa en BSH? Sí que los hay. Más concretamente en el Centro de innovación y tecnología corporativa, una ubicación en la que todos los trabajadores ayudaron a proponer cómo mejorar la gestión de su laboratorio.
¿Cómo lo hemos hecho en BSH?
Cristina Castro es una de las responsables de poner en marcha la gestión participativa en BSH. Ella lo define como un proceso de “toma de decisiones democrática” en la que “un grupo de personas que trabajan juntas en un departamento, tanto responsables como colaboradores” se juntan en un mismo espacio para tomar una decisión sobre un proceso o problema que se debe mejorar/solucionar.
Aunque Cristina habla con entusiasmo de esta forma de trabajar, reconoce que la gestión participativa es algo que se debe hacer “en pequeñas áreas” para que se vaya extendiendo poco a poco. “Nuestro departamento (innovación corporativa) tiene la peculiaridad de que la gente, con una orientación científica importante, cuestiona bastante las cosas, así que era un buen lugar para intentarlo. Lo planteamos una compañera y yo porque había un movimiento en la empresa de cambio cultural”, relata. La idea es que su ejemplo se pueda seguir en otras ubicaciones.
Al ser algo pionero dentro de BSH, la primera reunión “se preparó muy bien” dejando claro desde el principio “a qué íbamos y cuál era el objetivo”. “Enviamos un Doodle con varios temas que pensamos que eran problemáticos y la gente eligió un tema”, apunta Cristina.
Tras decidir sobre qué se debía hablar, se organizaron diferentes dinámicas de grupo que desembocaron en propuestas concretas: “Sobre la gestión del laboratorio salieron nueve medidas teorizadas y decidimos trabajar en cuatro de ellas entre enero y junio”, cuenta Cristina, que añade que en el segundo semestre se irán implantado el resto para hacer una evaluación en enero.
¿Qué tal ha funcionado la experiencia?
A pesar de que, al principio, iniciativas como la gestión participativa suelen generar bastante recelo, Cristina nos confirma que los mandos intermedios del Centro de innovación y tecnología corporativa quedaron “muy contentos porque sienten que pueden descargarse de alguna toma de decisiones”. Además, los colaboradores “se involucran para solucionar los problemas que ven” y todo funciona mejor porque las decisiones que se toman “son más consensuadas” y no tan impuestas.
Las ventajas de la gestión participativa son indiscutibles. No solo por la propia participación, sino porque las decisiones que se toman en las reuniones no se pueden poner luego en cuestión. “ En empresas como BSH lo bueno que tiene la gestión participativa es poder entrar en una habitación donde las reglas son para todos igual”, lo que provoca que la gente sea más crítica y entusiasta.
Satisfecha por la acogida que ha tenido la iniciativa, Cristina no duda en “animar a la gente con iniciativa” a que se embarquen en proyectos parecidos. “Si ves un problema hay que implicarse para solucionarlo”, asegura. Sobre todo, en empresas del tamaño de BSH: “El mundo se mueve muy rápido y hay que tener procesos participativos para tomar decisiones más ágiles”, concluye antes de terminar la conversación subrayando que “merece la pena” vivir estas iniciativas.