La actividad nace bajo el paraguas de la Cátedra BSH-UZ, una colaboración entre BSH Electrodomésticos y la Universidad de Zaragoza activa desde 2006. El objetivo de Factor Idea consiste en lanzar un reto de innovación a los alumnos de ingeniería en diseño industrial y desarrollo de producto y a los de ingeniería electrónica. Este año ha consistido en ‘Personalización de la experiencia de cocinado en el ámbito de la cocción’. Para ello, los estudiantes debían presentar conceptos que mejoraran la experiencia del usuario en alguno de los procesos de fritura, cocción, planchado, horneado o cocción al vapor de los alimentos. Además, podían optar por una estrategia que mejorara el proceso de cocinado o el resultado de los alimentos tras este.
Si BSH España estuviera interesada en adquirir alguna de las ideas presentadas en los siguientes seis meses a la presentación de los proyectos, el equipo autor de esta obtendría un premio entre 1.000 y 3.000 €.
Entre los 18 equipos compuestos por 80 alumnos, el producto ganador fue un macerador de aceite doméstico, que acelera el proceso de maceración del aceite con especias en cuestión de minutos. Una gran mejora, ya que tradicionalmente en el entorno doméstico se requería aproximadamente un mes para que se produjera la saborización del aceite, según explica Andrea Gregorio, estudiante de 4º curso de Diseño Industrial e integrante del equipo.
La alumna recuerda cómo identificaron esta necesidad y cómo se sucedieron las distintas fases del proceso: “Realizamos una investigación en la que nos centramos en ver qué tendencias de alimentación había actualmente, y vimos que había una vuelta fuerte a lo tradicional y a la comida saludable. Con eso asentamos la base, realizamos un proceso creativo y sacamos varias ideas. Elegimos la que creíamos que tenía más oportunidades, y fuimos desarrollando el producto. Nos quisimos centrar, sobre todo, en unir tradición e innovación”.
El equipo, formado por tres estudiantes de diseño industrial y un ingeniero electrónico, contó con cuatro meses para desarrollar su idea. La experiencia no solo puso a prueba su creatividad, sino también su capacidad para trabajar en equipo con distintos perfiles y conocimientos. Ambas son aptitudes necesarias en el mundo laboral, que también han percibido muy de cerca gracias al caso real que plantea el reto. Andrea explica lo que más valora de Factor Idea: “Nos acercan al mundo laboral antes de que salgamos de la universidad. Vivimos lo que vamos a hacer ahí y vemos si realmente nos gusta. También nos da la oportunidad de colaborar con equipos multidisciplinares, porque la cabeza no siempre está estructurada de la misma forma en unas carreras y en otras”.