Una cuna climatizada para ayudar a bebés de países sin recursos | BSH Stories
Desde 2023, colaboramos con el proyecto Cuna climatizada de la ONG Medicina Abierta al Mundo, que cuenta también con el apoyo de Salesianos. El objetivo del proyecto es ofrecer una cuna climatizada para países sin recursos en los que gran cantidad de niños prematuros mueren por falta de disponibilidad de incubadoras.
Para conocer más sobre este proyecto, hablamos con Pablo Sánchez, director de Medicina Abierta al Mundo, una ONG que, desde 2014, tiene como proyecto el diseño, fabricación, transporte y seguimiento de estas incubadoras de bajo coste para países en desarrollo.
Se estima que un millón y medio de bebés prematuros mueren cada año por no tener acceso a una incubadora. Conmovido por estas cifras, el ingeniero Alejandro Escario creó un prototipo de bajo coste para ayudar a mantener constante la temperatura y la humedad de los bebés, uno de los principales motivos de las muertes prematuras.
“Las primeras unidades estaban hechas a mano, pero poco a poco fuimos industrializando el modelo para poder fabricarlo en pequeñas tiradas”, cuenta Pablo Sánchez. “En ese camino de ajustar procesos y fabricar cada vez más unidades, contamos con la ayuda de particulares y empresas como BSH, que no solo nos proporciona materiales, sino que también nos da ideas de mejoras que ayudan a simplificar el diseño o abaratar el precio”, explica.
“Las mamparas que usábamos como protección durante la pandemia, tienen ahora un nuevo uso en Senegal como cuna climatizada. Ahora, colaboramos con la ONG Medicina Abierta al Mundo para que puedan tener un nuevo prototipo que les permita fabricar de forma más eficiente y eficaz”, cuenta Javier Rubio, responsable del taller de mejora continua de la fábrica de Montañana.
“Nunca imaginé que iba a tener la oportunidad de poner mi granito de arena con mis conocimientos y mis recursos en un proyecto tan significativo como este. Es increíblemente gratificante y motivante saber que nuestro trabajo y esfuerzo están directamente contribuyendo a salvar y mejorar el futuro de tantos bebés. Es un privilegio poder colaborar con un equipo tan dedicado y ver cómo nuestras aportaciones pueden tener un impacto tan positivo en comunidades que tanto lo necesitan", asegura Javier.
A día de hoy, estiman que de 500 a 1.500 bebés han pasado por 150 incubadoras distribuidas por los 4 continentes, su mayoría en África. Gracias a que tienen conexión a internet, pueden obtener tener estadísticas y también imágenes. “Pero no todos los hospitales tienen Internet. En Nepal, por ejemplo, son montañeros los que tienen que llevarla en una mochila porque no hay otra forma de llegar”, asegura Pablo.
“Siempre que mi trabajo me lo permite, viajo para preguntarles qué mejorarían. Para mí es fundamental porque en los países en vías de desarrollo, la cultura es muy diferente. Gracias a esos viajes hemos podido mejorar el diseño y adaptar el producto a sus necesidades”, afirma Pablo. “Cuando llega la incubadora, a las mujeres embarazadas les cambia la cara ya que se llenan de esperanza al ver que, si su bebé es prematuro, tendrá más posibilidades de sobrevivir. Pero a veces, hay rechazo al cambio. Por eso, es importante que el equipo sea intuitivo y fácil de usar”, explica Pablo.
“Hay un bebé al que le tengo especial cariño. Nació pesando 500 gramos, el límite entre la vida y la muerte ya que se considera prematuro a un bebé cuando pesa menos de 2 kilos. Justo unos días antes de que naciera, llegó una incubadora al hospital donde iba a nacer. Por fortuna, una enfermera la vio y decidió darle una oportunidad. Cuando me lo contaron, me pidieron que no me ilusionara porque tenía pocas posibilidades de sobrevivir. Pero cada día, llegaban nuevos datos de temperatura y humedad que hacían que mantuviera la esperanza. Pasaron los días y las semanas y sobrevivió. Imaginad mi alegría. Tuve la oportunidad de visitar al bebé meses después y pude abrazarlo. Tenía un buen aspecto de salud”, cuenta Pablo.