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Metodología ‘agile’ o el arte de centrarnos en lo prioritario y desarrollarlo en equipo

Metodología ‘agile’ o el arte de centrarnos en lo prioritario y desarrollarlo en equipo

La respuesta de BSH ante los nuevos retos de un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo se llama Hardware+. BSH está en pleno proceso de transformación para convertirse en la empresa líder en servicios digitales para el hogar conectado. Esa evolución requiere un cambio en la forma de trabajar y, en un entorno cambiante como el que nos rodea, el mercado exige rapidez. Para dar respuesta a las demandas de nuestros clientes, BSH está incorporando a nivel corporativo las metodologías 'agiles' a su forma de trabajar, para mejorar, además, la colaboración entre sus empleados.

 

Julio Lafuente, product owner en el departamento de interfaz de usuario en Montañana (Zaragoza), aplica a diario las metodologías ‘agiles’ desde 2016 y las recomienda a sus compañeros. ¿Por qué? Es un modelo de mejora continua en el que se planifica, se crea, se comprueba el resultado y se mejora. Los plazos de entrega de reducen y se trabaja de forma constante y rápida.

Existen diferentes tipos de metodologías ‘agiles’ (Scrum, Kanban, programación extrema…), pero todas ellas parten de cuatro principios recogidos en el manifiesto ‘agile’, publicado en* 2001* por un grupo de desarrolladores de software que querían buscar formas más eficientes de desarrollar software. Estos principios buscan priorizar:

Individuos e interacciones sobre procesos y herramientas.
Software funcionando sobre documentación extensiva.
• Colaboración con el cliente sobre negociación contractual.
Respuesta ante el cambio sobre seguir un plan.

“Lo que más me interesa es, sobre todo, cómo se dividen las tareas y la definición de los roles dentro de la metodología; y el hecho de que se desarrollan funcionalidades completas en periodos de tiempo limitados”, destaca Julio. En concreto, él y su equipo utilizan la metodología Scrum, que aprendió en Traunreut, una de las ubicaciones de BSH en Alemania. Las grandes diferencias con respecto al método de trabajo tradicional son “la rapidez, la adaptabilidad y la capacidad de dejar de lado todo aquello que no es prioritario o importante. Centrarte en hacer algo que funcione del principio a fin”, concede Lafuente.

Frente a trabajar en extensas documentaciones que no comienzan a implementarse hasta una fase avanzada del proyecto, la metodología Scrum persigue desarrollar funcionalidades completas dividiendo el proyecto en pequeños mini-proyectos sucesivos de tiempo limitado o sprints con todas sus fases (análisis, diseño, implementación, test y “puesta en producción” del software). De esta manera, si un proyecto queda paralizado por algún motivo, quedarán funcionalidades terminadas que podrían ser comercializables si así lo determina la empresa. Por otro lado, para proyectos con mucha incertidumbre, con la metodología Scrum, el proyecto está en constante evolución, teniendo en cuenta los resultados de un sprint para definir el alcance del siguiente: “Si conforme vas trabajando vas redefiniendo un poco mejor tu punto de llegada, al final puedes llegar a un punto incluso más interesante que el que originalmente planteaste. Obviamente, esto se tiene que hacer con un cierto control porque, si no, puedes perder el norte. Ahí es donde yo, como product owner, intento velar para que el producto se adecue al concepto que tiene la compañía o a lo que la compañía cree que el cliente puede demandar”, detalla Julio.

¿Es la metodología ‘agile’ exclusiva de los desarrolladores de software? Julio afirma que no, porque el objetivo de dar valor al usuario es clave para toda la compañía. Además, la metodología fomenta que se trabaje en equipo con mayor transparencia: “Se trata de intentar promover la colaboración en equipo, logrando en conjunto el resultado, y no solo individualmente”. También destaca la gran utilidad de las reuniones retrospectivas, que se celebran al final de cada sprint y en las que el equipo habla sobre cómo se ha trabajado (en contraposición a hablar sobre “en qué se trabajado”); o las reuniones diarias, que dan visibilidad a lo que hacen todos los miembros del equipo.

Las metodologías ‘agiles’ buscan dar respuesta a los denominados entornos VUCA (por sus siglas en inglés: volátiles, inciertos, complejos y ambiguos): “Al final, es una ventaja ser capaces de reaccionar a circunstancias cambiantes y poder usar de la mejor manera posible el talento de todos los miembros de la organización, independientemente de que trabajen en un departamento u otro. Éstas metodologías agiles intentan reducir los tiempos de respuesta en el mercado”. Con estas herramientas, además de tener al consumidor en el centro de todo lo que hace, BSH también promueve la colaboración entre departamentos.

Lafuente recoge en una frase la esencia de la metodología agile: “Que todo el mundo intente trabajar mejor teniendo mejores resultados con el mismo esfuerzo y mayor rapidez”.

 

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El Grupo BSH, con una facturación mundial de unos 15.600 millones de euros y más de 62.000 empleados en 2022, es un líder mundial en la industria de los electrodomésticos. El portfolio de marcas de la compañía incluye once conocidas marcas de electrodomésticos como Bosch, Siemens, Gaggenau y Neff, así como la marca local Balay. BSH produce en 40 fábricas y está representada en unos 50 países. BSH es una empresa del Grupo Bosch.